No es quién las gestiona, sino la filosofía detrás del sistema. El Salvador: castigo y aislamiento, Noruega: prisión como reinserción y segunda oportunidad. Ambas son eficientes para sus contextos. Si el Estado fuera eficiente, podría encargarse bien de las cárceles, estilo El Salvador o Noruega. Al privatizar la corrupción y soborno sería enorme.
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